¿Que  un lechero?

 

Se encuentra a los lecheros en las vaqueras: ordeñando, retirando el estiércol, ayudando en los partos, dando comida a los animales o limpiando los comederos. En otros momentos, están en los campos: sembrando, arando, efectuando rotaciones, plantando, fertilizando, regando, cosechando y repitiendo las mismas órdenes todos los días.

Su familia le ayuda, los niños pequeños amamantan los becerros, el Gobierno los atemoriza, los embaucadores citadinos los visitan, los vendedores los inoportunan, las comidas les esperan, el clima los retrasa y sólo el cielo puede detenerlos.

Un lechero es una paradoja. Se trata de un ejecutivo generalizado cuyo hogar es su oficina; un veterinario para la reproducción de las vacas; un director de personal al ordeñar; un nutricionista apasionado por la cebada, el maíz, los minerales y las vitaminas; un experto en la producción que se enfrenta a las crisis (el abollo, los veranos, etc), y un gerente que afronta siempre la lucha entre los precios y los costos. Cuando adopta el papel de comprador indignado, hace saber a todos cuantos pueden escucharle la cantidad de litros de leche que tiene que producir para pagar sus compras a los precios que prevalecen.

Administra más capital que la mayoría de las empresas de la población.

Le agradan los rayos del sol, las ferias, las subastas, los sábados por la noche con 4 cervezas para seguir hablando de vacas (¡la mejor es la mía¡) , no le gustan las corbatas y, sobre todo, le gusta empaparse con la lluvia.

No le gustan los veranos, los vendedores, las malezas, las vacas pateonas, el día de trabajo de ocho horas, la ayuda en las labores hogareñas, ni los becerros gemelos.

Ninguna otra persona está tan alejada de la vida citadina ni tan cerca de Dios. Nadie más obtiene tanta satisfacción con el buen tiempo, el queso “pa la en casa”, un parto de hembra y buen chiste. Tampoco existe persona alguna que tenga en el mismo bolsillo, simultáneamente, una navaja, una cartera vacía, una libreta de cheques y un cuaderno en el que toma nota de las vacas que se deben cruzar y las que están a punto de parir.

Ninguna otra persona puede sacarse de los bolsillos, el día que le lavan la ropa, una pieza del pulsador, una espuela oxidada, 17 granos de maíz, un pedazo de lápiz, un manómetro y un puñado de ensilaje en cada uno de los dobleces del pantalón.

Los hombres de negocios dependen de él. Después de todo, el lechero es su amigo, competidor, cliente y fuente de alimentos. Es un estadista que se desarrolla con rapidez y no deja pasar por alto ningún negocio. Además, cuando llega a su casa, en las tardes, después de consumir la energía de sus sueños y sus esperanzas, puede recuperarse otra vez con las palabras mágicas: AUMENTO EL PRECIO DE LA LECHE

 

Adaptado por M.V. Efraín Herrera González del original: “What Is a Farmer?", publicado por Massachussets Farm Bureau Federation